outsider
Hace poco tiempo que he descubierto que es muy probable que muchas de las acciones que realizamos diariamente y que definen nuestra personalidad no son elegidas libremente por nosotros, sino por mecanismos desarrollados inconscientemente en nuestras primeras etapas de vida para sobrevivir, creando una invisible estructura de mando que nos dirige aplicando fórmulas que si bien fueron efectivas en su momento (seguimos vivos), hoy han quedado obsoletas. Esta estrategia difusa puede llegar a convertirse en cárcel, impidiéndonos vivir libremente salvo que hagamos un esfuerzo por reconocerla y mirarla a los ojos, enfrentándonos a ella con valor.
De la misma manera, estrategias creadas para sobrevivir y «mejorar», como las del racionalismo liberal, que pretendían romper las antiguas cadenas basadas en el linaje y la superstición, o como el racionalismo arquitectónico, que dio un importante paso en el despegue de la arquitectura hacia nuevas formas de expresión, o la Constitución Española, eficaz cimiento sobre el que construir más de treinta años de convivencia tras una dictadura, o la propia estructura del Estado del Bienestar, se han acabado convirtiendo en jaulas de hierro -Weber-, hormigón o asfalto.
Un elemento que aglutina a todos ellos es su director de orquesta, la razón. Paradójicamente, ha sido ella misma, con sus descubrimientos científicos, la que se ha puesto en evidencia, apoyando con datos empíricos la idea de que brújulas como la intuición son tanto o más fiables que la racionalidad, recuperando del baúl del olvido de Occidente tradiciones que entienden al ser como una interconexión equilibrada entre cuerpo, mente, emociones e instintos.
Viendo el documental ¿Qué tienes debajo del sombrero?, siento que la fuerza de las composiciones de artistas con discapacidades físicas o mentales como Judith Scott, Donald Mitchel o Dan Miller, entre otros integrantes del llamado arte outsider, desarrolladas gracias a la institución Creative Growth, es pura, verdadera, sin artificios, libre de la influencia atenazadora de una “realidad” a la que no tienen acceso de una manera “normal”. Siento que el proceso artístico, arquitectónico, económico y social de los últimos años tiene mucho que ver con la razón, con el número como gran protagonista, y poco con el estómago, con las intuiciones, con las emociones, siento que es una gran metáfora de lo que está pasando a mi alrededor, siento que esa razón no es ni mucho menos negativa, pero sí insuficiente, coja.
Siento más que nunca que es necesario redefinir, sin rencores, las estrategias para enfrentarnos a la vida dentro de un mundo globalizado, que son necesarias nuevas economías que devuelvan la dignidad a las personas y no sólo a los números, que deben aparecer arquitecturas que repiensen su relación con el entorno, interno y externo, cercano o lejano, y nuevas maneras de entendernos a nosotros mismos y a nuestras sociedades, asumiendo que la interconexión entre conceptos considerados tradicionalmente como parte de la espiritualidad o de la mística, con otros considerados más racionales y físicos, es hoy demostrable en muchos casos… Siento que no tengo claro que sea posible -la cosa está fea-, y por supuesto no tengo la solución -aunque acompañado de algún café o alguna cerveza haya soñado tenerla-, pero siento, pienso e intuyo que no nos queda otra que intentarlo, y que son tantos los datos de todo tipo que en esa dirección apuntan que no acabo de comprender a qué estamos esperando.
Raúl Alonso Estébanez
El arquitecto si no abre nuevos campos está «cagado» (muerto en chileno) y pocas veces (despues de la crisis del 30 por ejemplo) ha estado con todo el panorama o campo abierto para «ayudar» a «redefinir» (creo que nunca es bueno definir) la profesion en base a lo que le ocurre al mundo occidental (todos intentan irse al oriental para ejercer el occidental) hoy. Hay modelos occidentales en base a la flexibilización laboral como salida a la crisis (pero con «lucas» ($) como Noruega gracias al petroleo) pero todos pensados en base a los «números» (capitalismo) y poco pensado con el «número» que significa una persona. Creo que no se trata ni de «izquierdismos» ni de «derechismos» por que ninguna de los dos se preocupa de las personas, se preocupan de las «lucas», del neoliberalismo capitalista (Chile primer país del mundo en aplicarlo (me da verguenza decirlo pero es cierto) gracias a una dictadura, después vino la «clásica» reunión de Tatcher con Reagan a los inicios de los ochenta) del que, al parecer, el que no se preocupa de las moneda está «frito» (cagado en chileno), por ende, si la sociedad o las personas no se juntan o agrupan, va a primar el individualismo, lo privado sobre lo público, los países dejarán de ser tema, espero que no. Creo que la cultura siempre sobrevivirá con capitalismo y todo (influenciada, creo) por que las ganas del ser humano de «hacer» siempre pervivirán. El «hacer» hace cultura, aunque sean nuevas. El ser humano no tiene explicación para un extraterrestre ( por que para mi no hay Dios ni nada como lo vende la iglesia católica) si no «hace», esta hecho para cambiar (para bien o mal) la «realidad». El arquitecto está «diseñado» para eso, física o psisiológicamnete hablando, pensando digo, y ahora, gracias al internet, se pueden «hacer» cosas con personas que incluso nunca conociste físicamente.
Una caña es lo mejor para hablarlo, un beso Vale y Paloma, un abrazo»te» Raúl!!!, excelente post.